Hace ya 500 años, en un pueblo del norte de Europa del Este llamado Dzirth, alejado y olvidado en el basto mapa europeo, habían 2 villas rivales: Ayjogs y Tyugs. Ayjogs tenia la característica de tener conocimientos de magia y hechicería mientras que Tyugs tenían un gran poder armamentista de la época. Ambos competían a muerte por el dominio y control total de Dizrth. Los naturales de Tyugs eran muy conocidos por ser insensibles y violentos mientras que los de Ayjogs eran personas justas cuya violencia era mínima pero justificada. Cada pueblo tenia un líder, los Ayjogs tenían a Dwire y en los Tyugs estaba Gpung. Gpung era corrupto, insensible mientras que Dwire era muy filosófico, honesto y un gran luchador y líder por naturaleza. Cada aldea vivía siempre en paz debido al crudo invierno que duraba casi 9 meses al año, los restantes 3 meses era donde se daba a lugar la eterna batalla por el control de Dzirth. Faltaban 12 días para una nueva batalla para ver quien controlaba para siempre a Dzirth.
Dwire tenía lista toda la estrategia para este combate ya que la ultima vez casi ganan sino fuera por la desleal acción de Gpung de quemar el valle donde se llevaba la pelea a cabo para evitar la casi segura derrota. Gpung, en cambio, estaba preocupado. Si bien es cierto la magia y hechicería no eran permitidas en batalla era consciente que a pesar de su poderío armamentista no podría combatir con las técnicas de guerra de Dwire. Los Ayjogs estaban confiados y los Tyugs tenían miedo de perder. Cuatro días antes de la batalla, un adivino fue al pueblo de Tyugs y a pedido de Gpung les leyó el futuro. Senin, el adivino, les dijo: "Ustedes van a perder y serán derrotados, solo que el enemigo vendrá dentro de sus propios guerreros" Gpung sabia que eso era imposible, sus guerreros siempre han sido leales y jamás lo traicionarían, sino su familia lo pagaría con sangre. Senin también fue donde los Ayjogs pero no para leerles el futuro, solo habló secretamente con Dwire. Los Ayjogs estaban intranquilos luego de ver la cara de miedo de Dwire al salir de su charla con Senin. Su mirada de líder estaba perdida y sus seguidores temían lo peor. Solo un día antes de la batalla, Dwire se dirigió a su pueblo y les dijo: "Esta batalla terminará en esta ocasión si o si. Moriremos muchos pero los Ayjogs seremos vencedores." Los Ayjogs y los Tyugs no tenían miedo a la muerte, porque ambos poseían conocimientos de magia suficiente para revivir a una persona por el tiempo necesario, siempre que esta no reciba una herida mortal en el corazón. Igual el mensaje de Dwire los atemorizó.
El día de la batalla había llegado y ambos pueblos se iban a encontrar en el valle de Ardongema que estaba equidistante de ambos pueblos en 1 km. Gpung lideraba confiadamente su escuadrón y Dwire estaba con un rostro más seguro de sí que días anteriores, al frente de su batallón, sin confiarse pero seguro de ganar la batalla. Ya separados 100 metros, Gpung se paró y le gritó a Dwire: "¿Cómo estás? ¿Listo para ser humillado?", Dwire no respondía ni con un gesto. "Vamos", continuaba Gpung, "acaso no sabes como responder un reto. ¿Te puedo decir algo?". Dwire dijo si con un gesto. "Eres un líder único, genuino, nato y te vas con ellos que cuando eras inmaduro y pequeño te trataron mal y no perdonaban tus errores; tu pueblo es muy estricto y justo que no perdonan nada; en cambio nosotros perdonamos todo y tenemos redefinida la palabra justo. ¿Habrán perdonado y olvidado tus errores? Yo te perdono Dwire y para siempre". El segundo al mando de los Ayjogs, Wtygu le respondió: "Vociferas porque tienes boca; los errores de cualquiera de nosotros son perdonables siempre que uno muestre arrepentimiento". Dwire desenvainó su espada y mató a Wtygu con una estocada en el corazón. "No creo que me hayan perdonado y si lo hicieron me hicieron padecer mil y un veces para pedir disculpas. Discúlpame, ¿podrás? porque no podré suplicarte por mucho tiempo ni tampoco sabré si me perdonarás. Adiós amigo". Los Ayjogs y Tyugs se quedaron estupefactos y vieron como Dwire sacaba su espada del corazón de Wtygu y se quitó el escudo de los Ayjogs; luego se dirigió ante Gpung y se arrodilló para ser reconocido como su súbdito. Los Ayjogs estaban perdidos sin su líder mientras que los Tyugs estaban saboreando la victoria antes de tiempo. La batalla final estaba por empezar.